14 de febrero, comercialmente conocido como “Día del Amor y
Pero, también es una fecha en la que en el país, se recuerda, unos más, otros menos y unos por obligación política, la conmemoración del 177 aniversario luctuoso de Vicente Guerrero, que se celebró en la comunidad de Cuilapam de Guerrero.
En el ex convento inconcluso de los frailes dominicos, bajo la imagen del mártir de la patria, con la bandera a media asta, elementos del ejército bien formados, la banda de música de
Por fuera, una treintena de maestros y simpatizantes de
Mientras, los discursos cargados con los retóricos mensajes patrióticos, al rescate de la nación, por un México sin pobreza y con libertad de expresión.
Hablaron el presidente del congreso del estado de Guerrero, Esteban Albarrán Mendoza, el secretario de Administración, José Antonio Estefan Garfias, también representante de los poderes Ejecutivo y Judicial, pidiendo un rescate por los indígenas, por un México igual, teniendo como telón de fondo, el coro de maestros “Picaluga, Picaluga”, en alusión a Francisco Picaluga, quien traicionara a Guerrero.
Luego de una humilde corona de flores, por parte de los diputados guerrerenses y oaxaqueños, a pesar de la tardanza en la llegada de algunos panistas y perredistas, —los convergentes, estuvieron ausentes—, fue como concluyó la ceremonia oficial, al sonar de las salvas que hicieron eco en el edificio, y que fue la señal para que políticos, medios de comunicación, maestros, alumnos y enamorados, se despidieran y dejarán a Guerrero, ahí, con su flor, su bandera a media asta y las consignas calladas; ya vendrá el otro año, amores, consignas y Picalugas.
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