jueves, 31 de julio de 2008

Primera Guelaguetza, entre empujones y “acarreados”


Por primera vez, se expendió cerveza en el auditorio; afuera, blindaje policiaco

ARGEL RÍOS

Al fondo se escuchaba la Banda de Música de la Dirección de Seguridad Pública, las interpretaciones iban desde rancheras, norteñas hasta baladas, lejos de aquellos sones que minutos más tarde empezarían a retumbar en el auditorio Guelaguetza, en el primer Lunes del Cerro.

Entre bullicios la gente entraba, se acomodaba, tomaba los sombreros que obsequiaban los diferentes patrocinadores --que eran 4: Coca-Cola, Telmex, Conaculta y la cerveza Sol (por primera vez se expendió cerveza al interior del auditorio)--.

“Hay mucha gente mi’jo”, dijo doña Juanita, quien llegó en una comitiva desde San Francisco Ixhuatán. Ella, que había llegado a la rotonda de las Azucenas desde las 8 de la mañana, 2 horas antes del inicio de la Guelaguetza, tomó su respectivo lugar en el palco “C”, ahí se acomodaron su hijo, nuera y nieto, y aunque formaban parte de la comitiva de las delegaciones que no participaría en la fiesta, fueron necesarios para abarrotar un auditorio con capacidad para 15 mil personas.

Minutos antes de las 10 de la mañana arribó el gobernador Ulises Ruiz, y detrás de él, secretarios de estado, funcionarios de segundo y tercer nivel, y el séquito del equipo de seguridad que abría el paso para que el Ejecutivo estatal tomará su lugar en el palco de honor.

De invitados especiales, el embajador de la República de Corea, Jae Myong So; el delegado de la Comisión Europea, Mendel Goldstein, y la directora de Iniciativa de la Salud de las Américas, Xóchitl Castañeda.

Cuando anunciaban a la Diosa Centeótl, Soledad Citlalli Enríquez Pedro, quien fue la encargada de iniciar el festejo del Lunes del Cerro, y al sonido del Jarabe del Valle y de los primeros movimientos de las Chinas oaxaqueñas, comenzó la fiesta.

Los aplausos, en el palco de honor. Y hasta el fondo, en una esquina, parada, porque ya no alcanzó lugar, doña Juanita aplaudía, gritaba, mientras en la entrada apenas se escuchaban algunas “mentadas”, porque no había más paso para los “invitados” de los diputados locales y trabajadores de gobierno; jaloneos y una puerta fuertemente resguardada por elementos de seguridad.

Mientras, el rumor de la marcha de los appistas, su bloqueo, un posible enfrentamiento, todo generaba expectativas entre los medios, algunos funcionarios, como Jorge Alberto Quezadas, director de Seguridad Pública, moviéndose presurosamente con la radio portátil en mano, y en el público ni la más remota idea de un posible disturbio.

Fueron 14 delegaciones, cada una con su respectivo tributo a la mesa de honor, guajolotes, mezcal, panes, dulces, frutas, muchas de ellas repartidas entre los asistentes.

Cuatro horas de espectáculo bajo un fuerte sol que cubrió el auditorio, y que arreció cuando al término, los medios se arremolinaron para obtener las declaraciones del gobernador, gestando una batalla entre los “guaruras” y algunos representantes de la prensa, que no finalizó hasta la salida del mandatario por la entrada del palco “B”.

En tanto la gente, “invitados” y políticos, se alejaban del auditorio, el sonido local invitaba a los asistentes a adquirir las “grabaciones originales de la Guelaguetza”, que por ratos se perdía entre los empujones y gritos a la salida de la rotonda de las Azucenas, marcando a la primera Guelaguetza con “empujones y acarreados”, como lo dijo doña Juanita mientras iba vociferando “mentadas” a los policías infranqueables de la entrada.

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